La Navidad no es la fiesta de cumpleaños de Jesús

 

 

 

 

Algunos piensan que celebrar la Navidad es celebrar el cumpleaños de Jesús; algunos llegan hasta cantar "felicitaciones para ti"! Cosa totalmente fuera de propósito, contraria al sentimiento de la Iglesia y fuera del sentido de la celebración de los cristianos. Entonces, si no celebramos el aniversario de Jesús, ¿qué hacemos en la Navidad?

 

Ante todo es necesario entender lo que es la Liturgia, la Celebración de la Iglesia.

 

Veamos. Nuestro Dios, cuando quiso salvarnos, actuó en nuestra historia. Primero actuó en la historia de toda la humanidad, guiando de modo secreto y sabio a todos los seres humanos y su historia. Basta que pensemos en los santos paganos del Antiguo Testamento - santos que no pertenecieron al pueblo de Israel: Sto. Abel, Sto. (...), sin embargo, Dios actuaba a través de ellos... Después, Dios actuó de modo fuerte, abierto, intenso en la historia del pueblo de Dios, Israel, con las palabras de fuego de los profetas, con la mano extendida y el brazo potente en las obras maravillosas en beneficio de su pueblo elegido.

 

Finalmente, Dios actuó de modo pleno y total, haciéndose personalmente presente, en Jesucristo, que es la cumbre, el centro y la finalidad de la revelación y de la acción de Dios: en Jesús, todo lo que Dios soñó para nosotros se realizó de ¡pleno, único, absoluto, completo y definitivo! Entonces, nuestro Dios no se revela principalmente con enseñanzas, con doctrinas y consejos, sino con acciones concretas y palabras concretas de amor. ¡Y todo esto llegó a la plenitud en la vida, en los gestos, palabras y acciones de Jesucristo! Pues bien: son estas obras salvíficas de Dios, realizadas de modo pleno en Jesús, que hacemos presente en nuestra vida cuando celebramos la Santa Liturgia, sobre todo la Eucaristía. En la fuerza del Espíritu Santo de Jesús, a través de las palabras, de los gestos y de los símbolos litúrgicos, los acontecimientos del pasado-todos resumidos en Cristo: en su Encarnación, en su nacimiento, ministerio, muerte y resurrección y en el don de su Espíritu- - si están presentes en nuestra vida. Veamos ahora el caso de la Navidad. Cuando la Iglesia celebra las cinco fiestas de Navidad, ella quiere celebrar no el cumpleaños del niño Jesús... Lo que ella quiere hacer y hace es hacer presente para nosotros, en la fuerza del Espíritu Santo, la gracia de la venida del Cristo. Celebrando la liturgia de la Navidad, el acontecimiento del pasado (la manifestación del Hijo de Dios) se hace presente en el presente de nuestra vida. En la liturgia de la Navidad la Iglesia no dice: "Hace dos mil años nació Jesús". ¡Nada de eso! Lo que ella dice es: "Alegrémonos todos en el Señor: hoy nació el Salvador del mundo, descendió del cielo la verdadera paz" (Antífona de Entrada de la Misa de la Noche de Navidad).

 

¡Entonces, celebrando las santas fiestas de Navidad, celebramos la Manifestación del Salvador en nuestro hoy, en nuestra vida, en nuestro mundo! La liturgia tiene esa característica: en la fuerza del Santo Espíritu hace presente realmente, de verdad, aquel acontecimiento ocurrido en el pasado. ¡No es una repetición del acontecimiento, ni un recuerdo! Es, en cambio, lo que la Biblia llama memorial, es decir, hacer presente los actos de salvación de Dios.

 

Ahora veamos: la Eucaristía es la celebración, el memorial de la Pascua del Señor. ¿Cómo es, entonces, que en la Navidad celebra la Misa, que es la Pascua? ¿Cómo es que ya en Navidad la Iglesia mete la celebración de la Pascua? ¡Es que la Eucaristía no es simplemente la celebración de la pasión, muerte y resurrección de Cristo! ¡Esa sería una idea muy mezquina, estrecha! En cada Misa es todo el misterio de nuestra salvación que se hace presente, es todo lo que Dios ha realizado por nosotros, desde la creación hasta ahora... y todo eso tiene su centro en Jesús: en su Encarnación, en su vida y en su vida predicación, y alcanza su cima en su muerte y resurrección, en su ascensión y en el don del Santo Espíritu. Entonces, celebramos las cinco fiestas de Navidad celebrando la Misa, porque allí el misterio, el acontecimiento de nuestra salvación se vuelve presente y actuante en nuestra vida.

 

Volviendo a casa después de la Misa de la Navidad, podemos decir: "Hoy vi, hoy oí, hoy he experimentado, hoy testifiqué y hoy anuncio: nació para nosotros, nació para el mundo un Salvador! “Él vino, él no nos dejó, él se hizo nuestro compañero de camino!" Celebrando la Eucaristía de la Navidad, recibimos la gracia de la Navidad, entramos en comunión con el Cristo que vino en la Navidad, porque recibimos en el Cuerpo y la Sangre del Señor el propio Cristo que nació para nosotros, y ahora Cristo resucitado, pleno del Santo Espíritu! Es increíble, pero la gracia de la Navidad llega a nosotros más de lo que llegó para María y José y los pastores y los magos. Porque ellos vieron a un pequeñito en el pesebre, mientras lo recibimos dentro de nosotros, su Cuerpo en nuestro cuerpo, su Sangre en nuestra sangre, su Alma en nuestra alma, su Espíritu en nuestro espíritu... y no un pequeñito frágil, con esta nuestra vidente humana, pero el mismo Hijo ahora glorificado, con una naturaleza humana inmortal y gloriosa, que nos transformará para la vida eterna.

 

 

Entonces, que en esta Navidad nadie cante “Felicidades” para el Niño Jesús, ni quede con envidia de los pastores y de los magos... También para nosotros hoy nació un Salvador: el Cristo resucitado, glorioso, que recibimos en su Cuerpo y Sangre y cuyo misterio celebramos en los gestos, palabras y símbolos de la liturgia!

 

 

Fuente:https://padrepauloricardo.org/blog/o-natal-nao-e-a-festa-de-aniversario-de-jesus

 

 

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